Te echo de menos, Claudia, mucho. Tanto, que decido ir a verte. Pero sólo un rato…no podré seguir con esto mucho tiempo. Verte me destroza vivo, me retuerce las entrañas…o lo que queda de ellas.
Entro, escurridizo, por la ventana. La habitación está igual que cuando la dejé, hace dos meses. Las puertas del armario; abiertas, la ropa por el suelo, el aire recargado, los cajones abiertos ...en fin, todo descuidado, desordenado…como si hiciera un año desde la última vez que pasó alguien por aquí.
Y en la cama, revuelta entre las sábanas, estás tú. Oh, Dios mío. Estás echa polvo. Tienes unas ojeras mucho más oscuras desde la última vez que te vi y…¿has adelgazado?. Mucho. Estás en los huesos.
Te quiero, Claudia, te quiero…
Me acerco a ti. No te despiertas (obviamente), me tiendo a tu lado. Cuan desearía poder acariciarte, y susurrarte al oído cuanto te quiero…
Aspiro hondo. Desprendes un sinfín de olores: hueles a dejadez, parece que hace mucho que no te duchas, parece que no te preocupas por ti misma. Hazlo, por Dios.
Claudia, por favor, no me hagas esto…
En el fondo, enterrado entre esos olores, está el tuyo, el olor del que me enamoré, junto con la persona que lo emanaba…
Claudia, quiero abrazarte, besarte, volver a aquellas noches locas, después de los botellones que montábamos en casa de Miki, ¿recuerdas?, tu y yo, en la cama, siendo solo uno…esos días en los cuales volvía cabreado con el mundo, y conmigo mismo, del trabajo, y eras la única que sabía alegrarme…Claudia, te echo de menos. Siento haberte abandonado. Lo siento tanto…
Te remueves inquieta. Conozco esa cara…estás teniendo pesadillas. Mierda, no te puedo ayudar. No puedo decirte que todo va bien, tranquilizarte, abrazarte, susurrarte al oído.
Quiero regresar a tu vida de la cual, sin querer, me he ido para siempre…
Entonces te despiertas. Estás llorando. No lo hagas. No merece la pena. Me miras, directamente a los ojos…pero sigues sin verme.
De repente, unos pasos. El parquet cruje bajo los pies de alguien que camina. La puerta de la habitación se abre y entra un hombre, musculoso, guapo, con una bandeja en la mano con tu almuerzo.
Claudia, no lo hagas…
Pero lo haces. Tiras la bandeja al suelo y, llorando de rabia, chillando, te desahogas con tu hermano, que no
tiene la culpa de nada.
Sólo quiere ser amable contigo, ayudarte…Tu no sales de la habitación, y no le dejas entrar, pero él ha ordenado el resto de la casa… Ha hecho la compra todos los días. Se ocupa de ti, cuando duermes y no le echas, y ha pedido una baja para cuidarte…Está bien, tú no lo sabes, pero no lo trates así. No
seas demasiado dura con él.
Pero no me oyes, y te metes en la cama, cegada por las lágrimas, y prosigues tu llanto, tu llanto por mi propia muerte.
A la Fran, que sé que et va encantar.
A la Fran, que sé que et va encantar.
because I love it!
ResponderEliminarEstic esperant l'autògraf...
ResponderEliminartinc guardada aquesta història a l'ordinador desde fa més d'un any, i m'encantaaa!!!!
ResponderEliminarjajajaj de veritat?
ResponderEliminarsiiii, me la vas enviar fa temps, i la guardo com un tresor!! xDD (a mi tambe m'agrada molt escriure i em va agradar molt, si eso algun dia t'envio algo meu)
ResponderEliminarno problemooo! :)
ResponderEliminarja te'n passaré pel face !
ResponderEliminar