Al ver entrar a mamá en mi cuarto con una media sonrisa en la cara (un poco diabólica, la verdad), me preparo para una conversación larga y filosófica. Me empiezo a despedir de Julio, porque parece que esto va para rato.
- - Hola cariño, ¿qué haces?
- - ¡Mamá! Pues nada, charlando con Julio.
- - Eso es algo, ¿por qué dices nada entonces? – comenta mientras empieza a abrir cajones, mirar debajo de la cama, abrir armarios…
- - Mamá, ¿qué haces?
- - Buscar a Julio. ¿No me has dicho que hablabas con él?
- - Mamá, Julio está en su casa. En San Cugat.
- - ¿Y des de allí te escucha? Caray… ¿es músico?
- - Mamá… - lo hace a propósito: tengo que admitir que es la ama, hablando alto y claro. - Está bien, dialogo con el por escrito a través de una red social (facebook, vamos), ¿mejor?
- - Mucho. ¿Qué tal tu día?
- - Sin nada digno de mención, la verdad. No ha fallado ningún profe, así que… ¿Y el tuyo?
- - Pues un desastre, la verdad. – se sienta en mi cama, y me reúno con ella.- Nuestro jefe se jubila. Hoy nos han presentado al nuevo y… caray. Es peor que…
Pero no llego a oír quien es un ángel en comparación con su nuevo jefe, porque en ese momento suena el (pling!) que indica que alguien me ha enviado algo.
- - ¿Y eso qué es?
- - Julio, que me dice algo. Vaaaale, que me escribe algo.
- - Aha. ¿Y qué escribe? – cotilla.
- -Nada, dice que buenas noches.
- -Escribe.
- -Eso.
- -Así que buenas noches… ¿sabes de dónde viene esa expresión? ¿Por qué decimos buenas noches en vez de buena noche, por ejemplo?
- -Pues no, de dónde viene. La verdad es que nunca me lo había preguntado.
- -Se dice que viene de la antigüedad. Antes, como no había facebooks ni todas estas cosas tan modernas, cuando te despedías de alguien no sabías cuánto tardarías en volver a verlo: por si acaso, le deseabas no sólo que tuviera una buena noche, sino todas las que iban a pasar hasta que volvieras a verlo.
- - Ah, y también con los buenos días, y… - me paro porque veo que ha soltado una fuerte risotada, y hago una rápida asociación de ideas. – Me estás timando, ¿verdad?
- -Esta explicación (que como acabamos de comprobar puede colar perfectamente) se la inventó en su día un amigo mío, imagino que con tal de sorprenderme.
- -Un amigo… seguro… - estoy dispuesta a devolverle la jugada de antes.
- -Claro que sí, más quisieras tú: un cotilleo.
- -Va, cuéntame la historia entera.
- -La verdad es que es una de las historias más apasionadas que me han sucedido nunca, y ni siquiera se la he contado a tu padre.
- -¿De verdad?
- -Te lo prometo.
- -Imagino que después de soltarme el rollo me la contarás, ¿verdad?
- -Pues verás, nos conocimos en una acampada de estas que organizan los casales de jóvenes y estas cosas. Yo me acababa de pelear con una amiga, y me fui a dar una vuelta por ahí. Me desvié por un sendero secundario que iba a parar a una cueva oscura, así pequeñita, donde se estaba muy fresquito.
- - ¿Te metiste ahí dentro?
- -Claro. A mí no me preocupaban esas cosas. Total, que me metí dentro, y ¿sabes qué pasó?
- -¿Había una serpiente dentro?
- -Ya estaba ocupada.
- -¿En serio?
- -Allí estaba él. De espaldas a la entrada, en un rincón oscuro. Digamos que me costó bastante verlo. Y entonces se giró, me vio y se volvió a dar la vuelta rápidamente. ¿Sabes por qué?
- -¿Por qué?
- -Estaba llorando.- me quedo muda de asombro. – Entonces se levantó y se adentró en la cueva, con lo que me di cuenta de que no era tan pequeña ni estrecha como yo había supuesto. Y le seguí. Porque yo no podía dejar a una persona en ese estado.
>> Al principio me ignoró, pero que alguien te siga por un túnel casi a oscuras no es una cosa fácil de pasar por alto. Así que se detuvo, se sentó en el suelo y se puso a observarme.
- -¿No me vas a dejar en paz, verdad?
- -No voy a preguntarte qué te pasa, porque a lo mejor no me lo quieres contar. Me voy a quedar aquí a tu lado hasta que te calmes, si hace falta te daré un abrazo y luego te acompañaré hasta la salida, que con la broma la hemos dejado un pelín lejos. – Entonces empezó a llorar todavía más. Me senté a su lado, y le pasé un brazo por el hombro. Enseguida se recostó en mí, y estuvimos así, sin movernos, el sollozando, yo acariciándole el brazo, durante más o menos media hora.
- - ¿Te importa que te lo cuente? Necesito explicárselo a alguien…
- -Sin problemas. –Sonreí.
- -No te rías, ¿vale?, pero me acaba de dejar Maya. Ha sido muy humillante, porque me ha dejado al bajar del tren, delante de todo mi esplai.
- -¿Enserio? Me gustaría saber por qué lo ha hecho.
- -¿Dejarme, o dejarme delante de todo el mundo?
- -Las dos cosas.
- -Porque le puse los cuernos, y no tengo ni puñetera idea.
- -¿Sabes? No me lo creo. ¿Enserio la engañaste?
- -No. Pero ella dice que me vio el otro día por la calle con un tío, liándonos.
- -Pero es falso.
- -Exacto.
- -Y, ¿hay alguna razón en concreto por la que te haya llamado gay? ¿Alguna vez te ha interesado sexualmente un chico?
- -¡Mamá! – no puedo evitar interrumplirla.
- -¿Qué?
- -¿Enserio le preguntaste eso a un chicho al que acababas de conocer?
- -Te lo prometo. ¿Qué hay de malo? Yo creo que le hizo gracia.
- -Vale, sigo, ¿o no te interesa?
- -Claro.
- -La verdad es que nunca me han interesado los hombres más que como amigos.
- -Pues o es una zorra o yo no la entiendo. Pero, sea lo que sea, te mereces alguien mejor.
- -“Le dijo la recién desconocida al muchacho”
- -Con cinco minutos me basta para conocerte, ¿Sabes? – le repliqué.
- -Qué mona eres.
- -Si tu lo dices… ¿Quieres un abrazo?
- -Por favor.
Y nos abrazamos durante un largo rato, en el que los dos disfrutamos de tener a alguien que, por un momento, nos prestara atención sólo a nosotros.
- -Porque eso va muy bien de vez en cuando, cariño. Saber que alguien piensa solo en ti.
- -¿Y qué pasó después?
- -¿Cómo? Mira, yo te he contado la historia del día que conocí el chico que me contó la idea de por qué decimos buenas noches en vez de buena noche, el resto te lo montas tú.
- - ¡Pero mamá! – protesto.
- -Hija, ¿no tienes suficiente en saber cómo conocí a vuestro tío Carlos?
A
Éste es un guiño para mi amigo Nandiz. Pasa una buena tarde :)
Ir